✨ Gracias, rutina: a TI que me salvas sin hacer ruido ✨

Gracias por estar ahí cuando todo parece tambalear.

Cuando el mundo se pone ruidoso, cuando los pensamientos se enredan, cuando parece que no hay foco ni fuerza. Ahí estás: simple, callada, sin pedir nada a cambio. Una rutina, una costumbre, un pequeño hábito. Eso que no parece gran cosa… pero que me salva.

Gracias a ese libro que abro cada noche aunque lea solo una página.
A esa caminata de diez minutos que me aclara más la cabeza que cualquier consejo.
A ese rato en el que me siento a dibujar, subrayar, ver una serie, regar las plantas, limpiar un rincón o simplemente mirar por la ventana.

Gracias a esas pequeñas metas que cumplo sin aplausos.
A tachar una tarea del cuaderno. A elegir fruta en vez de ansiedad. A decir “no puedo” sin culpa. A ducharme con música. A tender la cama. A apagar el celular aunque sea por media hora.

No es poca cosa lo que haces

Cada rutina, cada gesto, es una forma de anclarme.
De recordarme que no todo tiene que ser extraordinario para ser importante.
Que no hace falta estar al 100% para seguir avanzando.
Que ser constante, incluso cuando cuesta, es un acto de amor propio.

No hablamos lo suficiente de esto.
De cómo lo pequeño nos sostiene.
De cómo esas repeticiones simples —que algunos llamarían “aburridas”— son el hilo que nos mantiene unidos por dentro.

Porque a veces no se trata de cambiar el mundo.

Se trata de respirar hondo, de hacer lo que sabemos que nos hace bien.
Y de repetirlo. Una y otra vez.

Así que hoy, simplemente:
gracias a esas rutinas que me cuidan cuando ni yo sé cómo hacerlo.
Gracias a lo cotidiano, a lo simple, a lo constante.
Gracias por salvarme sin ruido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario