Desde la antigüedad, muchas culturas creyeron que mirar la Luna purificaba el alma.
Decían que su energía limpiaba las emociones y equilibraba el espíritu.
Hoy sabemos que contemplarla y respirar conscientemente reduce el estrés y el cansancio.
Mirar el cielo nos saca del ruido mental y nos devuelve al presente.
La Luna marca ciclos, igual que nosotros: todo cambia, todo se renueva.
En la luna nueva sembramos sueños e intenciones sinceras.
En la creciente los alimentamos con acción y confianza.
En la llena soltamos lo que ya no vibra con nosotros.
Y en la menguante descansamos, agradecemos y nos preparamos para recomenzar.
Puedes crear tu propio ritual lunar, sin reglas ni complicaciones.
Solo sal unos minutos, apaga el móvil y deja que la luz te abrace.
Respira profundo, siente el aire fresco y observa su reflejo plateado.
Si lo deseas, escribe lo que quieres soltar o atraer en este nuevo ciclo.
Hazlo con fe tranquila, sabiendo que cada intención cuenta.
La Luna no solo ilumina el cielo, también despierta nuestra claridad interior.
Mírala con ternura: ella te recuerda que tú también estás hecho de luz.
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