Nos han hecho creer que sanar es un camino lineal, que basta con proponérselo y listo, todo el dolor se disipa. Pero la realidad es otra: sanar es un proceso, uno que no puede apresurarse ni forzarse.
Vivimos en un mundo que nos empuja a seguir adelante sin descanso, a fingir que estamos bien incluso cuando por dentro nos sentimos agotados. Pero ignorar el cansancio emocional no es la solución, es solo una manera de postergar lo inevitable.
Yo misma he pasado por esto. Por mucho tiempo viví atada a una vida que me agotaba sin darme cuenta. Me adapté tanto a ese desgaste que creía que era normal. Pero un día, poco a poco, empecé a soltar. No fue inmediato, no fue fácil, y aún sigo en ese proceso. Aún lucho contra voces que, en su momento, moldearon mi forma de verme a mí misma.
Sanar no es cuestión de voluntad, sino de paciencia y amor propio. No es un destino, sino un camino que se recorre a diario. Y en ese proceso, hay días de calma y días de tormenta. Ambos son parte del viaje.
🌿 No te castigues por no estar "bien" aún.
🌿 No te compares con los tiempos de los demás.
🌿 Escúchate, date espacio y confía en que todo llega cuando debe llegar.
Porque cuando dejamos de luchar contra nosotros mismos y empezamos a darnos amor, la sanación deja de ser una meta y se convierte en un estilo de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario